Cuando escribí esta historia recordé estos versos de Calderón de la Barca. Seguro que os suena.
Cuentan
de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
Paseando por el bosque
iba un pequeño gusano
y oyó hablar a un caracol
que iba diciendo a su hermano.
Me quiero mudar de casa
me quiero marchar de aquí
y saliendo de su concha
la dejó tirada allí.
El gusano se acercó
y escuadriñó el interior,
si hacía alguna reforma
la dejaría mejor.
Arregló unos desperfectos
y tapó algún desconchón
y en cuestión de pocas horas
su nueva casa estrenó.
Cuento Registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual.
Qué gusano más listo y manitas!
ResponderEliminarUn beso Marisa.
Un gusano manitas hace maravillas,jajajaja
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo, spai de contes.
Buenísimo, Marisa. Me encanta leer tus poemitas, disfruto como si fuera niña otra vez.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Me alegra un montón.
Eliminar¡Muchísimas gracias!
Un abrazo muy fuerte.
Qué bonito!
ResponderEliminarUn gusano práctico y trabajador del que deberían aprender muchos jóvenes.
Feliz semana y muchos besos.
Y además un gusano que recicla,jajaja
EliminarMuchas gracias
Un abrazo, Carmen.
Qué poema tan divertido!!
ResponderEliminarQue tengas un hermoso día.
Un abrazo enorme Marisa.
Me alegra que te guste. ¡Qué bien!
EliminarQue pases una buena semana.
Muchas gracias
Un abrazo muy fuerte, Sandra.
Un poema muy simpático, Marisa.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Biquiños.
Muchas gracias, Anabel.
EliminarBiquiños
Me encanta, Marisa. Qué imagen tan linda has creado imaginando al gusanito arreglando la casa. Cualquiera sabe si el caracol encontró otra vivienda, que no están los tiempos para despreciar nada. Eres genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguro que el caracol encontró casa en otra concha,jajajaja
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un beso, Conchita
¡Ay, qué sencillo sería razonar como el caracol y abandonar la casa sin ningún miramiento! Pero, al revés, nos apegamos demasiado quizás. Somos como "La ardilla" de Amado Nervo, que prefiere su tronco de árbol y su agujero.
ResponderEliminarEncantador el poema, Marisa.
¡Un abrazo!
Las personas nos apegamos demasiado a nuestras cosas; creo que es una manera de sentirnos seguros.
EliminarTienes toda la razón, Sara.
Muchas gracias.
Un abrazo muy fuerte.