Las personas mayores necesitan
más
cuidados.
Envejecer es algo natural.
Espero que os guste.
Un beso con achuchón.
Imagen tomada de internet |
Al amanecer, Alejandro se levantaba contento, se aseaba, desayunaba y salía a cuidar del jardín como todos los días. Le gustaba su trabajo y su jardín era el más bonito del reino y famoso por las bellas flores que crecían allí.
Alejandro sabía el nombre de cada una de ellas y los cuidados que necesitaban. Las regaba, acariciaba con dulzura y hablaba contándoles mil y una historias de otras flores mientras paseaba entre ellas.
Una mañana mientras cuidaba con delicadeza a una vieja rosa roja, escuchó hablar a unos jóvenes jazmines:
— ¡Qué vieja y pálida está!
— ¿Has visto cuántas arrugas tiene?
—Además está encorvada.
— ¡Vaya pérdida de tiempo prestarle tanta atención!
Aunque Alejandro escuchó las críticas de los jazmines, pensando que eran muy jóvenes, no dijo nada y continuó con su trabajo, entristecido por lo que había oído.
Unos días después cuando regaba a la vieja rosa roja y acariciaba las hojas de su tallo con mimo, de nuevo, escuchó criticar a los jazmines:
— ¡Casi no tiene color!
—Su tallo es frágil y fino.
—¡Y ha perdido la razón!
— ¡Que le dé un buen pisotón!
Y la rosa entristecida lo escuchó con gran dolor.
Esta vez el bondadoso jardinero se volvió muy enfadado y dijo:
— ¡Basta ya de criticar!
—Cada arruga de su tallo es un día de su vida.
—Las espinas son sus penas, sus pétalos alegrías.
—Y sus hojas ahora secas, toda su sabiduría.
— ¿Acaso pensáis vosotras que siempre seréis hermosas?, ¿qué siempre estaréis lozanas?, ¿qué nunca os haréis mayores como le ocurre a la rosa?
Y se volvió hacia la flor y la regó con amor para quitar su dolor.
Los jazmines se dieron cuenta de lo crueles que habían sido y, arrepentidos, pidieron perdón a la vieja rosa roja que como era mayor y muy sabia, no tuvo en cuenta las críticas de los jóvenes y supo olvidar sus duras palabras viviendo feliz lo que le quedaba de vida.
Desde entonces, cuando los jazmines veían a Alejandro cuidar de las viejas flores con tanto cariño, pensaban en lo bondadoso y bueno que era aquél jardinero.