miércoles, 29 de enero de 2014

EL ASCENSOR

Cada uno tenemos un color.
¿Cuál es el vuestro ?
Espero que os guste.
Un beso con achuchón.

Imagen tomada de internet


Había un gran  ascensor
que hasta el cielo azul subía,
sin hacer nunca paradas
porque nadie descendía.

Toda la gente contenta
subía con ilusión,
pues contaban que allá arriba
existía otro color:

Color entre verde y fucsia,
marrón y melocotón,
azul, añil, anaranjado,
blanco negro, todos son.

Gris, amarillo, tierra,
morado, rosa, limón,
rojo intenso, azul marino,
violeta y color salmón.
   
Todos los colores tienen,
entran todos en el arco,
pues cada uno tenemos
nuestro color esperando.

Y al llegar hasta allá arriba
nadie sufre decepción,
porque cada uno halla
entre todos su color.

Blancos, negros,  amarillos,
azules, rojo pasión,
todos los colores tienen,
los colores todos son.

Cuento registrado en el registro de la Propiedad Intelectual


sábado, 18 de enero de 2014

LA PRINCESA CHINA


Aprendemos nuestras primeras palabras
de escucharlas y repetirlas.
Espero que os guste.
Un beso con achuchón.


Marad Ilustración


Nació una princesa china
porque en la China nació,
pero no supo hablar nunca
porque nadie la enseñó.

¿Y cómo es esto posible
si otros niños nacieron,
y hablaron chino perfecto
que de escuchar aprendieron?

Pues sucedió que esta niña
aunque princesa nació,
fue sorda de nacimiento
y a nadie hablar escuchó.

Cuento registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual

EL ESPANTAPÁJAROS

Otra bonita ilustración de Marad,
me inspiró el cuento.
Espero que os guste.
Un beso con achuchón.
Mar Azabal (Marad)
Estaba un espantapájaros
algo triste y aburrido,
esperando que salieran
los pájaros de sus nidos

Mirando al cielo esperaba
que alguno le fuera a ver,
sabiendo que por su nombre
le deberían temer.

Un día al atardecer
un mochuelo despistado,
posándose en su sombrero
apareció desolado.

¿Qué te pasa pajarillo?
Qué alegría me da verte,
le dijo el espantapájaros,
sintiéndose muy alegre.

Pero asustado el mochuelo,
tras una rama voló,
y el muñeco entristecido
dos lágrimas derramó.

El pajarillo escondido
viendo su enorme dolor,
volvió de nuevo a su lado
y en su hombro se posó.

No quería hacerte daño,
no era esa mi intención,
le dijo al espantapájaros,
es que me asustó tu voz

No tengo muchos amigos
dijo el mochuelo hablador,
siempre me siento muy solo.
Y le abrió su corazón.

Pues yo con mi aspecto humano
tampoco soy muy feliz,
le dijo el espantapájaros,
todos se alejan de mí.

El hombre por ser un hombre
siempre ignora mi presencia,
y a vosotros os doy miedo
y no me queréis tener cerca.

Hablando el espantapájaros
se le quebraba la voz,
y emocionado el mochuelo
en la cara le besó.


 Cuento registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual

jueves, 16 de enero de 2014

CUANDO QUIERES MIRAR A LAS NUBES

Mi cuento "La Tormenta" resultó finalista
del Primer Premio Internacional de Cuentos para Niñ@s la Pereza 2013. 
Me hizo mucha ilusión porque al ser un concurso internacional de habla hispana, se presentaron muchísimos cuentos. El premio es que lo han publicado en éste libro, junto a los ganadores y a los demás finalistas.
Espero que os guste.

sábado, 4 de enero de 2014

DORMID ANGELITOS

¡FELIZ DÍA DE REYES!


Dormid angelitos
que vienen los Reyes,
dormid angelitos
que ya están aquí.

Por el horizonte
llegan en camellos,
traen sus regalos
a los niños buenos.

Y si estáis despiertos,
no entran en casa,
y los tres camellos
cargados se cansan.

Les gusta la leche,
el pan y el turrón,
dejadles un poco
en el comedor.

Y mientras los Reyes
reparten regalos,
los camellos comen
y están descansados.

Dormid angelitos
que vienen los Reyes,
dormid angelitos
que ya están aquí.


Cuento registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual.


miércoles, 1 de enero de 2014

UN DÍA DE NAVIDAD DIFERENTE


He quedado en 3er lugar en el 9no Concurso Internacional A PERFECTUM GRATIARUM DIES
de Cuentos y Relatos 
¡Genial!
Era el día de Nochebuena y Carla y Daniel ya estaban preparados cuando sus padres les avisaron para salir de viaje hacía la casa de sus abuelos, a muchos kilómetros de allí. Iban a pasar las ansiadas vacaciones de Navidad con toda su familia.
En la carretera, un extraño ruido empezó a sonar repentinamente dentro del motor. Decidieron parar y buscar un taller para ver lo que ocurría. Tuvieron suerte y encontraron uno en la misma carretera, a la entrada de un pequeño pueblo. El mecánico, después de mirar detenidamente el motor, les informó de que no dispondría de la pieza de recambio necesaria para arreglar el coche hasta última hora de la tarde, y que era peligroso seguir el viaje en esas condiciones. Como un favor especial, les arreglaría el coche en  la mañana de Navidad.-dijo- y luego les informó de un pequeño hostal para pasar la noche.
Fueron a cenar pronto al hostal indicado, atendido por una amable  señora. Tomaron una sopa caliente que les supo riquísima y después una carne asada deliciosa y un flan casero de postre.
Bien abrigados pasearon por el pueblo. Todo el mundo había salido a pesar del frio. Carla y Daniel, iban aburridos protestando de la mala suerte de haber caído en ese pueblo tan pequeño, mientras  que sus padres, se tomaron el contratiempo con buen humor. En la plaza del pueblo encontraron un gran árbol de Navidad y un bonito nacimiento a la puerta de la iglesia.  Jugaron con unos niños un buen rato y  quedaron con ellos para jugar al día siguiente después de comer.
Asistieron a  la misa de gallo, cantaron villancicos y fueron a adorar al niño Jesús. Y aunque lo pasaron muy bien, y vivieron la Nochebuena de una manera muy especial, todos echaron en falta a sus abuelos esa noche.
A la mañana siguiente  fueron a dar un paseo por el campo y vieron como se aproximaba un rebaño de ovejas. El pastor alzó su garrote a modo de saludo. Llevaba un pequeño corderito en sus brazos y se lo dejó a Carla para que lo tomara en su regazo. Los hermanos se turnaron para dar un biberón al recién nacido. Aquél hombre les contó que la oveja negra se llamaba Estrella, que todas sus ovejas tenían nombre. Al corderito aún sin nombre le llamaron Lucero. Les enseñó que había cabras también en el rebaño, y les contó que los perros se llamaban Pipe y Pipo, empezando a silbarles de una forma muy divertida.
Pasearon luego por  el pueblo en el que había un ambiente muy navideño, y pasaron  la mañana muy entretenidos hasta la hora de comer
-¿Papa, podemos salir a jugar ya a la calle? Dijo Daniel cuando había terminado su postre.
-No me gusta  que estéis solos por ahí- dijo enseguida su madre.
.-Aquí no corren ningún peligro, deje salir a los chiquillos.-dijo guiñando un ojo a los pequeños la señora del hostal.
.-Está bien, podéis salir un rato, pero no os alejéis -dijeron los padres
.-¡Sííí! gritaron contentos Carla y Daniel. Y abrigándose, salieron a la calle a buscar a Javier y Ana, los niños con los que habían quedado la noche anterior.
Eran unos niños de edades parecidas a las suyas. Javier tenía un largo flequillo que  le tapaba los ojos, y  grandes coloretes. Ana era la más pequeña, tenía el pelo rubio y ondulado y unos bonitos ojos azules. La niña estaba tiritando por el frío.
¿Por qué no lleváis abrigos, no tenéis frio?-preguntó  asombrada Carla al rato.
-.Es que no tenemos- dijo Javier con la mayor naturalidad.
Carla y Daniel se miraron incrédulos. -¿No tenéis abrigos? –dijeron a la vez.
Fue entonces  cuando se fijaron en cómo iban vestidos. Los niños iban limpios, pero  llevaban la ropa vieja y desgastada y sus zapatos estaban rotos.
-Tenemos ésta ropa- dijo Ana señalando su jersey-  y otra por si nos ensuciamos. Mi padre no tiene trabajo y debemos cuidar lo poco que tenemos.
-¡Ah!- dijeron los hermanos sin poderlo creer. Ellos tenían muchísima ropa en su armario y si se manchaba o se rompía, les compraban más sin ningún problema.
Estuvieron jugando un rato más pero empezaba a nevar y se despidieron de sus amigos.
Entonces Daniel llevado por un impulso, se quitó el abrigo y dándoselo a Javier le dijo: .- ¡Pruébatelo!  Javier vio que le quedaba perfecto y se miró riendo y acariciando la prenda. Daniel también le dio el gorro, los guantes y la bufanda de lana.
Carla, imitando a su hermano, se quitó también el  abrigo, los guantes y el gorro  y se lo puso a la pequeña que  aunque le quedaba un poco grande sonrió feliz  dejando de temblar por un momento.
¡Adiooos chicos!.-Se despidieron de nuevo- Nos vamos a pasar las vacaciones de Navidad con mis abuelos,- y corrieron al hostal en busca de sus padres a resguardarse del frio.
.-Ya salíamos a buscaros. –dijeron los padres en la puerta del hostal.
-¿Dónde están vuestros abrigos?-preguntaron extrañados.
Carla y Daniel empezaron  a contarles atropelladamente, que habían conocido a unos niños que no tenían abrigos y les habían dado los suyos.
.- ¡No tenían abrigos! –Repitió Carla haciendo una mueca de dolor. ¡Ana tenía mucho frío! Insistió la pequeña, temiendo la reprimenda.
-.Cuando suceda algo así, debéis avisarnos a nosotros -dijo su padre.- ¡Menos mal que tenéis más ropa de abrigo en la maleta! Y en lugar de regañarles como los niños temían, les abrazaron emocionados porque habían demostrado tener un gran corazón.
-Acaba de llamar el mecánico del taller-, dijo el padre, -el coche está listo.
Salieron del pueblo justo unos minutos antes de que llegaran Javier y Ana con su madre preguntando  por ellos.
Estaban muy agradecidos de que les hubieran dado la ropa que tanta falta les hacía.- y se quedaron  callados mirando a la carretera con la vista perdida.
Después  de contar todo lo ocurrido a  sus abuelos y primos, Carla y Daniel se fueron a la cama muy cansados. Los dos niños sonrieron en la oscuridad antes de dormirse recordando a sus amigos, el biberón que habían dado a Lucero, el corderito recién nacido, y pensando en el divertido día que habían pasado en ese pequeño pueblo que al principio les había parecido tan aburrido. Siempre recordarían ese bonito día de Navidad porque había sido diferente.


Cuento registrado en el Registro de la Propiedad Intelectual.